Poco posibles

¿Cuántas veces hay que dolerse de las muertes que provoca la guerra para que cese la barbarie? El genocidio que actualmente se está perpetrando sobre el pueblo palestino no esconde ni maquilla los crímenes de Hamas, no deja en segundo lugar a aquellos que siguen muriendo en Ucrania.

Sólo una pequeña búsqueda en Google te dirá que, de acuerdo con la Academia de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de Ginebra, “en Medio Oriente y el norte de África se encuentran activos 45 conflictos armados, 35 en el resto del continente africano, Asia cuenta con 21 conflictos en activo, Europa tiene 7 y América Latina es escenario de seis conflictos armados, aunque estos incluyen también violencia criminal, como en el caso de México.”

El mundo es un lugar hostil para la memoria. El ser humano está programado para avanzar y cuándo lo hace tiende a olvidar de dónde venía. Si a este pequeño defecto de serie le sumamos el profundo vacío argumental en el que se mueve nuestra sociedad, ¿dónde nos situamos? En un vaivén incesante de sentencias más cercanas al marketing que a la veracidad, montones de mensajes de panfleto, que anuncian que, de nuevo, la propaganda le gana a la información. Que una vez más nos interesa la provocación más que el fondo y compramos ofensas, que reconfortan nuestros miedos y nuestras ansías de venganza, en lugar de darnos paz.

Es difícil entender cómo podemos discutir si cuentan, importan o interesan más los muertos de Hamas que los del ejército israelí. Y sin embargo, ahí estamos o más bien ahí nos sitúan los que prefieren tenernos entretenidos que pensando.

Porque el que piensa, recuerda y analiza es un ser humano menos manipulable que el resto, y eso no es práctico en una sociedad dónde lo que impera es la voluntad de unos cuantos para gestionar sin criticas ni impedimentos el plan de unos pocos para seguir viviendo mejor que una gran mayoría.

Y me queda, mirando al mundo, esta sensación de borreguismo ilustrado, con tanta información, tantas posibilidades y tan poco formados y tan poco posibles.