Lo personal es y ha de ser político

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Elfar.cat

“Lo personal es político” es un lema del movimiento estudiantil en la segunda ola del feminismo, en los años 60 y 70. Lo acuñaron las Feministas Radicales. Radicales, que no radicalizadas, ya que consideraban que el patriarcado es la raíz (de aquí el término) de la desigualdad.

Establecer una conexión entre la esfera privada y la pública, lo social y lo político rompe de lleno con los valores de “familia nuclear” de aquella época y nos explica, tal como dijo la feminista y activista Carol Hanisch, que “no hay soluciones personales en este momento, solo acciones colectivas para una solución colectiva”.

Así es como afrontamos los problemas de una sociedad que busca soluciones: haciendo de lo individual un tema colectivo. Nos pasa en todos los temas conocidos, no afrontamos la lucha contra el cáncer como un problema de índole personal que afecta a un colectivo concreto, sino que desde la colectividad, el conjunto, buscamos soluciones que van desde mayor inversión, investigación, prevención, como a la práctica más recursos para sanidad, ayudas sociales, etc.

Para que un problema encuentre solución ha de trascender de lo privado y encontrar referentes y referencias en lo público. Por eso, no es concebible cuando la derecha llama a la violencia machista, violencia doméstica. No, la violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres no se queda en las cuatro paredes de un comedor o un dormitorio. Es un problema que nos afecta como sociedad ya que se origina como grupo, en la imagen colectiva del hombre y de la mujer, de los derechos y posiciones de ambos con respecto al otro. Y por tanto, también se ha de solucionar en lo público y en lo grupal.

Esta semana hemos celebrado el día internacional de la mujer como hemos podido, desde casa y desde nuestros balcones. Siendo responsables con una situación límite como es la pandemia, pero observando, desde esas casas y balcones o pequeñas concentraciones improvisadas en la calle, como con otros colectivos y otros temas la manga es más ancha.

No son los hinchas del Atleti en masa, ni los conciertos de Raphael, o las misas multitudinarias en Sagrada Familia, o los mitines de VOX (aquel famoso del 8M en Vistalegre con un Ortega Smith recién llegado de Milán y portador del virus, saludando a diestro y siniestro a los y las asistentes) lo que nos incomoda. ¿Nos incomodan, sin embargo, las mujeres defendiendo sus derechos? En una de las olas de esta pandemia interminable… nos solidarizamos, como ha de ser, con los y las compañeras de Nissan tomando las calles para luchar contra el cierre de la fábrica. Estábamos en pandemia igual, pero lo vimos correcto. ¿Por qué? Porque les va la vida en ello, su futuro laboral y personal, que implica a tantas y tantas familias.

¿Y a las mujeres no? ¿No nos va la vida en defender que no nos maten? En reclamar no cobrar un 23% menos que los hombres, de media, por el mismo trabajo. En no trabajar gratis dos meses de nuestra vida al año, en comparación. En ser, amplia y mayoritariamente, quienes renuncian a sus trabajos y carreras para ocuparse de los cuidados de familiares dependientes, hijos e hijas. Y quienes sin renunciar dedican igualmente dos horas diarias de media más que los hombres a las tareas domésticas.

¿No es nuestra vida igualmente lo que está en juego cuando salimos a reclamar algo tan justo, tan básico, tan necesario y tan primordial como la igualdad?

Tenemos el patriarcado metido en vena, tanto como el racismo, el miedo y la envidia al prójimo. Normalmente por diferente, la mayor parte de veces solo por eso, por prójimo. Nos merecemos ser una sociedad algo mejor que ésto. Necesitamos más feminismo porque todos y todas somos intrínsecamente machistas. Decir lo contrario sería borrar de golpe y desde el buenísimo bien, siglos y siglos de educación y socialización machista.

Dejamos atrás un 8M menos ruidoso pero no menos reivindicativo. Quizás tan solo deberíamos aprender a que cuando algo no se entiende es mejor aprender que opinar. A todas y todos aquellos a los que el feminismo aún hoy les sigue pareciendo lo contrario al machismo, les invito a leer: Feminismo para Principiantes de Núria Varela. A mi me cambio muchos conceptos, y me hizo ponerme las gafas violetas, usando la maravillosa metáfora de Gemma Lienas.

Las mujeres hemos sido reducidas durante muchos, demasiados, años a lo privado, a lo personal, a los cuidados, la abnegación y el segundo plano. Y últimamente vemos, con preocupación, como ciertos sectores quieren volvernos a relegar a ese lugar poco molesto por poco visible. Pero ya no queremos, ni vamos a consentir, ser invisibilizadas ni borradas. Somos la mitad de este mundo y queremos la mitad de todo. Ni más ni menos.