A la caza de brujas

Publicado en Club Cortum

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A Voltaire se le suele atribuir la frase “¡Qué abominable injusticia perseguir a un hombre  por  tan ligera bagatela! Desapruebo lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”.
Una defensa acérrima de la libertad de expresión, que sin embargo, no aparece de esta forma escrita en ninguna de sus obras. Como muchas de las cosas que han pasado en nuestra historia, esta frase atribuida a un hombre, fue en realidad escrita por una mujer, en concreto por Evelyn Beatrice Hall.

La redacta en su libro del año 1906 “Los amigos de Voltaire”, en el que explica como Voltaire defiende a Adrien Helvétius, contemporáneo suyo perseguido por masón, filósofo deísta y materialista, cuyo tratado ‘De l’Esprit’ había sido condenado en Francia por heterodoxo.

Habla de la defensa de la libertad del otro a decir lo que piensa, aunque lo que diga no coincida con lo que tú crees, aunque te ofenda y parezca desproporcionado. Ya ni siquiera entraré en la capacidad de escucha activa para valorar que quizás no sea el otro el equivocado y poder modular tu discurso a través de un debate sereno, constructivo y enriquecedor. Para sumar en lugar de batallar, constantemente. La diferencia entre aportar o importunar.
Todo eso se ha perdido, o más que perdido erradicado, en el panorama político y social catalán. Si es que alguna vez existió…

Hace unos días, veíamos por twitter una guerra abierta contra esa libertad cuando Quico Sallés decidió decir en el programa FAQs de TV3: “per respecte institucional i al Palau de la Generalitat, esborraria del currículum de Quim Torra que ha estat president. Una presidència no és activisme ni trencar-se”. Los comentarios más dulces pedían una inmediata retractación, la mayoría directamente una expulsión del programa por herir el honor del ilustre presidente. Españolista, fascista, te has vendido – este era uno de los reclamos más constantes, el saber a sueldo de quién estaba el periodista al expresar su opinión- y traidor. Sobre todo eso: al salirle de la línea de opinión que supuestamente debería tener pasó a ser automáticamente, y sin ningún tipo de duda, un imperdonable traidor.

Vaya. Tanto reclamar que la fascista democracia española nos dé libertad y qué poco aceptar algo tan común y sencillo como la discrepancia.

En un video del canal octuvre.cat, Marta Sibila acusó directamente a varias periodistas (Gemma Nierga, Milagros Pérez Oliva, Lola García, Anna Cristeto, Máriam Martínez Bascuñan i Mónica Ribé) de ser “personatges” que participaban “en una maniobra ordida entre empresaris, polítics i periodistes perquè els espanyolistes evitin la formació d’un govern independentista.”

Podríamos suponer, usando la misma teoría de conspiración, que todos los y las periodistas que dicen algo a favor de la independencia están alineados en un plan manipulador y perverso con políticos y empresarios para seguir alargando un procés ya de por sí interminable. O podríamos, quizás, aceptar la opinión contraria sin menospreciarla, debatiéndola y argumentando la postura propia sin tener que usar el descrédito para asegurarte de imponerla.

Yo no sé si no ven nada sospechoso en estas actitudes, pero hace unos años también se llevaba mucho lo de hacer listas de personas cuya opinión o acción te parecía non grata. Listas públicas, listas negras, o como ahora listas con fotos en videos en canales poco sospechosos de pluralidad. Listas llenas de nombres de mujeres, a las que acusaban de poderes sobrenaturales como excusa para perseguirlas hasta borrarlas del mapa. Listas de intelectuales y políticos en Estados Unidos durante la década del 1950. Lo que se llamó “macartismo” por el senador Joseph McCarthy que inicio un largo proceso de declaraciones, acusaciones, denuncias, interrogatorios y, cómo no, listas negras contra personas sospechosas de ser comunistas. Listas, enumeraciones, contra aquellos que se atrevían a contradecir su verdad absoluta. Caza al que piense distinto hasta que no quede nadie que me contradiga.

Sí, que buen camino cogen estos y estas defensoras incansables de la libertad. Bien es sabido que contra la libertad no hay nada más efectivo que una buena caza de brujas.