Inercias

Ahora pasan los aviones, con la música de una armónica de fondo. En las estelas cicatrices del deseo, por más que cruce los dedos, todo, todo está en juego.

Llevaba un rato conduciendo mirando el cielo y no al suelo. No recuerdo hacia dónde iba, ni cómo he llegado hasta aquí… será la inercia la misma de la estela, que me lleva y me lleva, y me lleva.

Prefiero la trampa, prefiero hacer trampas a la reglas del juego. Dadme margen, les pido. Pero me dieron tiempo muerto. Y ahora, yo no miro las estelas, ni cruzo los dedos, ni pido deseos. Ahora todo es nada y la nada lo llena absolutamente todo.

No hay trampa, ni engaño, ni disociación que oculte semejante verdad tan dolorosamente presente. No tengo imaginación suficiente para inventarme de nuevo, soy ahora este rumor de eco de la voz que fui.

Ni sueno. Ni espero sonar de nuevo. Ya no hay planes, ya no tengo deseos.
La música que crees intuir cuando sonrío, no tiene notas ni pentagrama, no es música es solo ruido de inercias estrellándose al confundirse entre ellas.

Como aquella pared en Lisboa, vocativa, sorprendente y dolorosa increpándome a comprender. “Avui regna la lluna Irene, i cap flor”