Parar para cuidar nuestra salud mental

Mi animadversión por las frases motivadoras se remonta a los tiempos en los que, tras leer el Alquimista, pensaba que aún podía darle una oportunidad a Pablo Coelho. Un fallo imperdonable, lo sé. Está bien estar mal, normalicemos ir a terapia, no es egoísta priorizar tu salud mental y otras sentencias que más que motivarme, me evocan esos tiempos en los que para hablar de la menstruación en prime time debíamos preguntarnos a qué olían las nubes.

Nuestra insistencia en hacer bonito lo desagradable roza el ridículo. No, ir a terapia no es guay, ni cool, ni una transgresión liberadora de los tiempos modernos. No eres Woody Allen, y tu terapeuta no va a protagonizar la peli que te estás montando en tu cabeza. No es agradable tener un problema (grande o pequeño) pendiente de solucionar. Pero tampoco puede ser un estigma, algo que ocultar o un incordio innecesario y evitable. Si te duele un diente ves al dentista. Si te duele el alma, si te dueles tú, ves a la psicóloga.

Haz terapia, ni por todo lo que se dice a favor, ni contra todos los prejuicios que hayas acumulado en contra. Libre y simplemente porque cuando estamos “mal”, cuando tenemos una disfunción, un problema, una anomalía o cualquier síntoma que no sabemos identificar necesitamos una persona experta que nos ayude. Alguien que nos indique cómo mejorar nuestra calidad de vida.

Este 10 de octubre es el día de la salud mental. Y aunque en mi listado de animadversiones también podemos sumar esta manía por celebrar todos los días internacionales, mundiales e intergalácticos… admito que sirven al menos para focalizar nuestra atención en un punto concreto.

En un margen de tiempo bastante comprimido, hemos pasado una crisis económica y social, una pandemia, otra crisis, una guerra y entre tanto nuestros propios y personales cismas. No estamos bien. Por más que el ser humano se empeñe en seguir adelante “peti qui peti”, haríamos bien en parar de cuando en cuando, respirar y mirarnos por dentro.

Parar un instante de todo (y todos) lo que nos rodea para centrar el foco en uno o una misma. Epicentro del resto del mundo que empieza en el filo de nuestra propia piel. Parar, sí, aunque sea una hora semanal, para priorizarnos.

Publicado en Elfar.cat